
En el marco del Día Internacional de la Investigación de Mercados, la AMAI organizó el webinario Puertas adentro: Cómo viven, sienten y deciden las familias mexicanas, donde Aline Ross Gurrola, directora y socia de Lexia, compartió insights clave sobre la vida cotidiana dentro del hogar mexicano. A través de esta ponencia, se exploró cómo las familias gestionan sus espacios, recursos, relaciones e interacciones, revelando un panorama útil para que marcas y empresas desarrollen soluciones más pertinentes y humanas.
El hogar como aspiración y símbolo emocional
Aline Ross señaló que el hogar es uno de los grandes sueños de las y los mexicanos. No se trata solo de una construcción física, sino de un símbolo de estabilidad, realización y encuentro emocional. Es el espacio donde se vive, se cría, se sueña, se aprende y se convive.
En la cultura mexicana, la familia ocupa un lugar central, incluso por encima de la nación misma. Predomina la fe en uno mismo, la convicción de que con esfuerzo se pueden alcanzar los sueños. De hecho, el 80% de los mexicanos cree que sus metas son alcanzables, una cifra que subraya el optimismo que define a nuestra sociedad.
Condiciones de la vivienda: tamaño, distribución y sentido de pertenencia
Uno de los datos más reveladores fue que el 57% de los mexicanos construyó el hogar en el que vive (ENVI 2020), lo que refleja un alto nivel de esfuerzo y apropiación. La mayoría vive en vivienda propia, pero muchos hogares son pequeños: el 50% tiene menos de 60 m² y 7 de cada 10 viviendas cuentan con solo dos habitaciones.
El tamaño del hogar afecta directamente la calidad de vida. Espacios reducidos generan una sensación de carencia y dificultan la convivencia familiar. Aun así, la aspiración de tener un lugar amplio y funcional persiste con fuerza. La disminución del número de ocupantes por vivienda en años recientes abre nuevas posibilidades para rediseñar y adaptar estos espacios.
Hogares multifuncionales: diseño, versatilidad y nuevas dinámicas
Aline enfatizó que el hogar es un entorno vivo, con demandas cada vez más diversas. Se requiere un diseño versátil, capaz de responder a rutinas cambiantes, estructuras familiares variadas y limitaciones físicas. En este contexto, la adaptabilidad es clave: las marcas deben pensar más allá de lo convencional para proponer soluciones relevantes para hogares pequeños, con múltiples funciones.
La democratización de estas soluciones también es fundamental. Se necesita pensar en la base de la pirámide económica, diseñando productos accesibles y útiles para todos los miembros del hogar, incluyendo adultos mayores —quienes ya representan el 14% de la población— y niños, en contextos familiares cada vez más reducidos.
El mexicano como creador: personalización, autogestión y sostenibilidad
El gusto por el «hazlo tú mismo» está profundamente arraigado en el consumidor mexicano. Plataformas como YouTube, donde los tutoriales son el tercer contenido más buscado, lo demuestran. No solo se consume: se repara, se transforma, se personaliza.
Esta necesidad de personalización también se traslada a los productos del hogar. Vivimos en una era donde se valora que los objetos se ajusten a las necesidades puntuales de cada integrante de la familia. Las marcas deben ir más allá del consumo masivo y reconocer el contexto vital de quienes usan sus productos.
El desecho también se ha transformado en una herramienta creativa. México es líder en reciclaje de PET en Latinoamérica, y se observa un interés creciente por productos sostenibles. La búsqueda de calidad, eficiencia y respeto ambiental se ha convertido en un mantra: «tener más por menos».
El hogar como refugio: violencia, soledad y bienestar
Más allá de la funcionalidad, el hogar debe ser un espacio seguro. En la charla se abordó cómo las marcas tienen la responsabilidad de promover mensajes positivos que impulsen la equidad, la justicia y la no violencia. Hoy existe una mayor visibilización de problemas como el hacinamiento, la violencia doméstica, el aislamiento o la falta de espacios adecuados.
Desde este enfoque, Aline Ross subrayó que conocer cómo viven las familias mexicanas no solo permite crear mejores productos, sino también abordar desafíos sociales urgentes. Cada hogar, con su historia y dinámica única, forma parte del tejido social. Entenderlo es el primer paso para construir una sociedad más equitativa y humana.
Escuchar para diseñar soluciones reales
Por último, Aline Ros recalcó que el conocer a las familias mexicanas ayuda a abordar temas de hacinamiento, violencia doméstica, falta de espacios para habitar, el desperdicio, la soledad. Cada hogar,uno a uno, constituyen sociedades, por eso es importante conocer qué soñamos, qué necesitamos, para poder brindarles las soluciones adecuadas para ellos.
El conocimiento profundo del entorno doméstico mexicano es esencial para que las marcas y empresas desarrollen soluciones adaptadas a las verdaderas necesidades de las personas. Hablar del hogar es hablar del corazón de la sociedad. Conocer cómo viven, sienten y sueñan las familias mexicanas permite ofrecer productos y servicios que no solo sean útiles, sino que también tengan un impacto positivo en su calidad de vida.