
Todos sabemos que el feedback constructivo es el motor del desarrollo individual y colectivo. Dentro de las diversas metodologías existentes, la evaluación de 90 grados es una opción singularmente efectiva. A diferencia de enfoques más elaborados, esta técnica se centra en la perspectiva invaluable de una fuente principal: el supervisor directo.
Aunque su simplicidad a menudo la mantiene en segundo plano frente a evaluaciones más amplias como la de 360 grados, su impacto no debe subestimarse. Implementar el feedback de 90 grados no solo potencia significativamente el desempeño individual, sino que también asegura una crucial alineación con las metas estratégicas de la organización.
Conozcamos más de esta herramienta directa, enfocada y sorprendentemente poderosa para impulsar el crecimiento continuo.
¿Qué es la evaluación de 90 grados?
La evaluación de 90 grados es un tipo de evaluación del desempeño en la que la retroalimentación proviene únicamente del supervisor directo del colaborador. Esta metodología se enfoca en la visión jerárquica superior para valorar las competencias, logros y áreas de mejora del evaluado.
A diferencia de otros métodos más complejos, esta evaluación ofrece una perspectiva vertical y directa, centrada en el cumplimiento de objetivos, habilidades técnicas y comportamientos observables en el entorno laboral.
Características de la evaluación de 90 grados
La evaluación de 90 grados se destaca por su estructura simple pero efectiva. Al centrarse en una sola fuente de retroalimentación, permite un enfoque directo y pragmático sobre el desempeño laboral. A continuación, te compartimos las principales características que definen este tipo de evaluación:
- Simplicidad: Implica solo una fuente de retroalimentación, facilitando su implementación.
- Relación jerárquica directa: El supervisor inmediato es quien realiza la evaluación.
- Objetividad relativa: Aunque puede tener sesgos, ofrece una perspectiva clara basada en la observación directa.
- Foco en el desempeño: Se centra en los resultados y comportamientos laborales.
- Periodicidad flexible: Puede aplicarse de manera anual, semestral o trimestral.
Ventajas de la evaluación de 90 grados
La evaluación de 90 grados presenta beneficios concretos para las organizaciones que buscan retroalimentación efectiva sin incurrir en procesos complejos. Su estructura directa facilita la toma de decisiones en tiempo real y permite detectar oportunidades de mejora de manera rápida y eficaz. A continuación, te mostramos algunas de sus principales ventajas:
- Fácil de aplicar: No requiere estructuras complejas ni grandes recursos tecnológicos.
- Retroalimentación directa: El evaluado recibe comentarios de quien mejor conoce su trabajo diario.
- Alineación con objetivos: Facilita la medición del cumplimiento de metas.
- Desarrollo individual: Proporciona insumos valiosos para planes de mejora y capacitación.
- Economía de tiempo y recursos: Ideal para organizaciones con estructuras pequeñas o medianas.
Usos más comunes
La evaluación de 90 grados puede ser implementada en diversas situaciones dentro del entorno organizacional. Su flexibilidad y enfoque directo la convierten en una herramienta versátil para impulsar el desarrollo profesional, mejorar procesos internos y apoyar la toma de decisiones relacionadas con el talento humano.
A continuación, detallamos algunos de los usos más frecuentes:
- Evaluación del desempeño anual o semestral: Sirve como parte del proceso formal de revisión de metas y logros individuales en periodos específicos, permitiendo identificar áreas de mejora y reconocer buenos desempeños.
- Promoción interna y procesos de ascenso: Ayuda a evaluar si un colaborador está preparado para asumir nuevas responsabilidades o cargos de mayor jerarquía dentro de la organización.
- Detección de necesidades de capacitación: Permite identificar brechas de competencias que pueden ser abordadas mediante programas de formación.
- Planificación de sucesión: Aporta información clave sobre el potencial de los empleados para ocupar posiciones críticas en el futuro.
- Seguimiento de objetivos individuales o de equipo: Facilita el monitoreo de resultados alineados con los objetivos estratégicos del área o la organización.
Diferencia entre evaluación de 90, 180 y 360 grados
Cada método de evaluación del desempeño tiene sus particularidades según las fuentes de retroalimentación involucradas. Comprender estas diferencias permite elegir la herramienta más adecuada según los objetivos organizacionales y el nivel de profundidad requerido. A continuación, te presentamos las características clave de cada tipo:
- Evaluación de 90 grados:
- Retroalimentación exclusivamente del superior inmediato.
- Perspectiva jerárquica directa.
- Baja complejidad y fácil de implementar.
- Ideal para organizaciones pequeñas o procesos rápidos.
- Evaluación de 180 grados:
- Incluye retroalimentación del jefe directo y autoevaluación del colaborador.
- Permite contrastar percepciones.
- Nivel medio de complejidad.
- Útil para procesos de desarrollo individual y revisión de metas.
- Evaluación de 360 grados:
- Considera las opiniones del superior, pares, subordinados y el propio evaluado.
- Ofrece una visión integral del desempeño.
- Alta complejidad y robustez metodológica.
- Apropiada para evaluaciones de liderazgo, cultura organizacional y desarrollo de competencias blandas.
Aspecto | Evaluación de 90 grados | Evaluación de 180 grados | Evaluación de 360 grados |
---|---|---|---|
Fuentes de retroalimentación | Superior inmediato | Superior inmediato y autoevaluación | Superior, pares, subordinados y autoevaluación |
Perspectiva | Unilateral | Bidireccional | Multidireccional |
Complejidad | Baja | Media | Alta |
Objetividad | Limitada a la visión del jefe | Comparativa entre jefe y colaborador | Amplia y enriquecida con múltiples visiones |
Aplicación típica | Organizaciones pequeñas o evaluaciones rápidas | Desarrollo individual y revisión de metas | Desarrollo integral y liderazgo |
Pasos para realizar una evaluación de 90 grados efectiva
Para garantizar que una evaluación de 90 grados cumpla con sus objetivos y genere valor tanto para el colaborador como para la organización, es fundamental seguir una serie de pasos estructurados. Cada etapa del proceso debe ser planificada cuidadosamente para asegurar la calidad y utilidad de la retroalimentación obtenida.
A continuación, te compartimos los pasos clave para llevar a cabo una evaluación de 90 grados efectiva:
Definir objetivos:
Establecer claramente qué se desea evaluar (desempeño general, cumplimiento de metas, competencias específicas) y con qué finalidad (desarrollo, promociones, compensaciones).
Este paso es la base de todo el proceso. Más allá de lo general, es crucial especificar qué se busca con la evaluación.
- Desempeño general: ¿Qué aspectos específicos del desempeño se quieren medir? Por ejemplo, ¿se busca evaluar la productividad, la calidad del trabajo, la gestión del tiempo o la capacidad de resolución de problemas? Sé lo más granular posible.
- Cumplimiento de metas: ¿Se refiere a metas individuales, de equipo o departamentales? ¿Cómo se alinean estas metas con los objetivos estratégicos de la organización? Es fundamental que las metas sean SMART (específicas, medibles, alcanzables, relevantes y con plazos definidos).
- Competencias específicas: Identifica las competencias clave para el puesto y para la cultura organizacional. Por ejemplo, si se valora el liderazgo, ¿qué comportamientos específicos demuestran un buen liderazgo en tu empresa (ej. delegación efectiva, motivación del equipo, toma de decisiones)? Si se valora la innovación, ¿cómo se mide la capacidad de generar nuevas ideas o de implementar soluciones creativas?
- Finalidad de la evaluación:
- Desarrollo: ¿Se utilizarán los resultados para identificar necesidades de capacitación, planes de carrera o programas de mentoría?
- Promociones: ¿La evaluación servirá como un insumo para identificar talento con potencial para ascender? Si es así, ¿qué criterios adicionales se considerarán?
- Compensaciones: Si la evaluación afectará salarios o bonificaciones, ¿cómo se comunicará esta relación de manera transparente y justa? Es vital establecer una conexión clara entre el desempeño evaluado y la estructura de compensación.
Seleccionar competencias y criterios:
Identificar las habilidades, actitudes y comportamientos clave que se alinean con los valores y objetivos de la organización, y que deben ser evaluados.
Aquí se detalla qué se va a evaluar y bajo qué parámetros.
- Identificar habilidades, actitudes y comportamientos clave: No solo pienses en las habilidades técnicas. Considera también las habilidades blandas como la comunicación efectiva, el trabajo en equipo, la adaptabilidad, la proactividad y la inteligencia emocional. Estas son a menudo tan o más importantes que las habilidades técnicas.
- Alineación con los valores y objetivos de la organización: Cada competencia seleccionada debe reflejar directamente la cultura de la empresa y contribuir al logro de sus metas estratégicas. Por ejemplo, si un valor es la «excelencia», una competencia podría ser «orientación a resultados con altos estándares de calidad».
- Criterios de evaluación detallados: Para cada competencia, define indicadores de comportamiento observables y medibles. Por ejemplo, para la competencia «comunicación efectiva», los criterios podrían ser: «claridad en la expresión oral y escrita», «escucha activa», «capacidad de dar y recibir feedback constructivo». Estos criterios deben tener diferentes niveles de desempeño (ej. «supera las expectativas», «cumple las expectativas», «necesita mejorar») para guiar la evaluación y evitar ambigüedades.
Conoce también cómo realizar una evaluación de competencias laborales.
Diseñar el instrumento:
Elaborar un cuestionario o formato de evaluación que contenga preguntas claras, medibles y alineadas con los criterios definidos. Este instrumento debe permitir una evaluación objetiva y fácil de interpretar.
El formato y el contenido del instrumento son fundamentales para obtener datos válidos.
- Elaborar un cuestionario o formato de evaluación:
- Preguntas claras, concisas y no ambiguas: Evita la jerga y las preguntas dobles. Cada pregunta debe enfocarse en un solo aspecto.
- Escalas de valoración: Utiliza escalas de calificación que sean fáciles de entender y aplicar, como escalas Likert (ej. del 1 al 5, donde 1 es «nunca» y 5 es «siempre»), o escalas descriptivas con anclajes de comportamiento para cada nivel (ej. «Siempre demuestra iniciativa y busca soluciones proactivas» vs. «Raramente toma la iniciativa y espera instrucciones»).
- Espacios para comentarios cualitativos: Es crucial incluir secciones donde el evaluador pueda añadir comentarios y ejemplos específicos que respalden su calificación. Esto añade contexto, profundidad y validez a la evaluación, y es invaluable para la retroalimentación.
- Alineación con los criterios definidos: Asegúrate de que cada pregunta o sección del instrumento se corresponda directamente con las competencias y criterios establecidos en el paso anterior.
- Facilidad de interpretación y objetividad: El diseño debe permitir que los resultados sean fácilmente analizables y que minimicen la subjetividad. Considera el uso de preguntas basadas en el comportamiento (ej. «¿Con qué frecuencia el empleado XYZ presenta soluciones innovadoras a los problemas?») en lugar de juicios generales (ej. «¿Es innovador el empleado XYZ?»).
Capacitar a los evaluadores:
Brindar formación a los supervisores para asegurar que comprendan los objetivos de la evaluación, cómo aplicar el instrumento, cómo evitar sesgos y cómo dar retroalimentación constructiva.
La capacitación garantiza la consistencia y equidad en el proceso.
- Comprender los objetivos de la evaluación: Los supervisores deben entender no solo el «cómo», sino el «por qué» de la evaluación, y cómo se alinea con los objetivos estratégicos de la empresa y el desarrollo de los empleados.
- Cómo aplicar el instrumento: Proporciona un manual detallado del instrumento, con ejemplos de cómo calificar cada ítem y cómo usar las escalas. Realiza simulaciones prácticas donde los evaluadores practiquen calificando casos ficticios.
- Evitar sesgos: Capacita sobre los sesgos comunes en la evaluación de desempeño, como el efecto halo (una característica positiva influye en la percepción de todas las demás), el sesgo de lenidad/severidad (tendencia a calificar a todos muy alto o muy bajo), el sesgo de primacía/recencia (centrarse en eventos recientes o iniciales), y el sesgo de similitud (favorecer a quienes se parecen al evaluador). Proporciona estrategias para mitigarlos.
- Dar retroalimentación constructiva: Este es uno de los aspectos más críticos. Los evaluadores deben aprender a:
- Enfocarse en comportamientos, no en la persona: «Tu informe contenía varios errores de cálculo» en lugar de «Eres descuidado».
- Ser específicos y basados en ejemplos: «Noté que en el proyecto X, entregaste los resultados con dos días de anticipación, lo cual fue clave para cumplir el plazo» en lugar de «Trabajas bien».
- Mantener la objetividad y la empatía: Crear un ambiente seguro para la conversación.
- Enfocarse en el futuro y la mejora: La retroalimentación no es solo para señalar fallas, sino para guiar el crecimiento.
Aplicar la evaluación:
Realizar la evaluación en los tiempos establecidos, garantizando confidencialidad y objetividad. Es importante generar un ambiente de confianza que fomente la honestidad en las respuestas.
La ejecución debe ser impecable para mantener la credibilidad del proceso.
- Realizar la evaluación en los tiempos establecidos: Establece un cronograma claro y cúmplelo. La puntualidad demuestra profesionalismo y seriedad.
- Garantizar confidencialidad y objetividad: Explica a los empleados cómo se manejará su información. La confidencialidad es clave para que los evaluadores se sientan seguros al dar retroalimentación honesta y para que los evaluados confíen en el proceso. La objetividad se fomenta adhiriéndose a los criterios establecidos y evitando juicios personales.
- Generar un ambiente de confianza que fomente la honestidad: Antes de la evaluación, comunica claramente su propósito (desarrollo, no solo juicio), sus beneficios y cómo se utilizarán los resultados. Anima a la auto-reflexión del empleado antes de la sesión de retroalimentación.
Analizar los resultados:
Revisar la información recopilada para identificar patrones, fortalezas y áreas de mejora. Este análisis debe ser riguroso y centrado en el desarrollo.
Este paso transforma los datos en información accionable.
- Revisar la información recopilada:
- Consolidación de datos: Si se usan múltiples evaluadores o fuentes (aunque en una 90 grados es principalmente el supervisor), asegúrate de tener un sistema para consolidar la información de manera eficiente.
- Identificar patrones: ¿Hay consistencia en las calificaciones de diferentes áreas o competencias? ¿Se repiten ciertas fortalezas o áreas de mejora en varios empleados?
- Fortalezas y áreas de mejora: Clasifica los resultados para identificar claramente dónde el empleado sobresale y dónde necesita desarrollo.
- Análisis riguroso y centrado en el desarrollo:
- Contextualización: Considera el contexto del desempeño (ej. ¿hubo un cambio de rol reciente? ¿el empleado manejó un proyecto particularmente desafiante?).
- No solo números: Los comentarios cualitativos son tan importantes como las calificaciones numéricas. Analiza las tendencias y los detalles específicos proporcionados en los comentarios.
- Identificación de brechas de competencias: Cruza los resultados con los perfiles de puesto y las competencias requeridas para identificar cualquier brecha significativa que deba abordarse.
Dar retroalimentación al evaluado:
Organizar sesiones uno a uno donde el evaluador pueda compartir los resultados de manera clara, empática y orientada a la mejora. Estas sesiones deben enfocarse en el crecimiento y la colaboración.
Esta es la oportunidad clave para el crecimiento individual.
- Organizar sesiones uno a uno:
- Ambiente privado y sin interrupciones: Elige un lugar tranquilo y con tiempo suficiente para la conversación.
- Preparación: El evaluador debe haber revisado los resultados a fondo y tener claros los puntos clave a discutir. También debe anticipar posibles reacciones del evaluado y cómo manejarlas.
- Compartir los resultados de manera clara, empática y orientada a la mejora:
- Comenzar con lo positivo: Inicia la conversación con las fortalezas y los logros del empleado. Esto crea un ambiente receptivo.
- Ser específico y basado en evidencia: Al abordar las áreas de mejora, utiliza ejemplos concretos y objetivos. Evita generalizaciones.
- Escucha activa: Permite que el empleado exprese su perspectiva, haga preguntas y comparta sus propias percepciones sobre su desempeño. La retroalimentación es una conversación bidireccional.
- Enfoque en el crecimiento y la colaboración: Presenta las áreas de mejora como oportunidades para aprender y desarrollarse. Haz que el empleado se sienta parte de la solución.
- Mantener la calma y la profesionalidad: Incluso si la conversación es difícil, el evaluador debe mantener una actitud constructiva y de apoyo.
Establecer un plan de acción:
En conjunto con el colaborador, definir acciones concretas para mejorar el desempeño, incluyendo capacitaciones, cambios en responsabilidades o ajustes en los objetivos. Es clave establecer plazos y responsables para hacer seguimiento.
Este paso cierra el ciclo de la evaluación, convirtiendo la retroalimentación en acciones concretas.
- En conjunto con el colaborador, definir acciones concretas para mejorar el desempeño: Este es un paso colaborativo. El plan debe ser realista y adaptable.
- Capacitaciones: ¿Se requiere formación específica en alguna habilidad técnica o blanda?
- Cambios en responsabilidades: ¿Se pueden asignar nuevas tareas o proyectos que permitan al empleado desarrollar nuevas habilidades o aplicar las existentes de manera diferente?
- Ajustes en los objetivos: ¿Necesitan revisarse o ajustarse las metas para el próximo período, considerando los resultados de la evaluación?
- Mentoring o coaching: ¿Sería beneficioso un programa de mentoría con un compañero experimentado o un coach externo?
- Recursos adicionales: ¿Qué herramientas, recursos o apoyo necesita el empleado para implementar el plan?
- Clave establecer plazos y responsables para hacer seguimiento: Cada acción del plan debe tener un plazo definido y un responsable claro (que puede ser el empleado, el supervisor o ambos). Esto asegura la rendición de cuentas y que el plan se implemente.
- Seguimiento: Define cómo y cuándo se realizará el seguimiento del plan. Esto podría ser a través de reuniones periódicas, revisiones de progreso o la integración de los objetivos de desarrollo en la próxima evaluación de desempeño. El seguimiento constante es crucial para asegurar que el plan se ejecute y que el empleado reciba el apoyo necesario.
Ejemplo de preguntas para una evaluación de 90 grados
Las preguntas que se incluyen en una evaluación de 90 grados deben estar alineadas con los objetivos definidos y con las competencias clave que se desean observar. Estas preguntas buscan explorar el desempeño, las habilidades, las actitudes y los comportamientos del colaborador desde la perspectiva de su superior inmediato.
A continuación, se presentan ejemplos de preguntas que pueden formar parte de este tipo de evaluaciones:
- ¿Cumple con los objetivos establecidos en su plan de trabajo?
- ¿Demuestra compromiso y responsabilidad en sus tareas?
- ¿Se comunica de forma efectiva con su equipo y superiores?
- ¿Resuelve problemas de manera eficiente y proactiva?
- ¿Acepta y aplica la retroalimentación que recibe?
- ¿Demuestra iniciativa para mejorar sus procesos y aportar ideas?
- ¿Maneja adecuadamente los tiempos, recursos y prioridades?
- ¿Contribuye al cumplimiento de los objetivos del área o departamento?
- ¿Trabaja de manera colaborativa con otros miembros del equipo?
- ¿Muestra apertura al cambio y adaptabilidad ante nuevas situaciones?
- ¿Ejecuta sus funciones con calidad y atención al detalle?
- ¿Mantiene una actitud profesional y respetuosa en todo momento?
Estas preguntas pueden ser formuladas utilizando escalas de valoración (por ejemplo, de 1 a 5) y espacios para comentarios cualitativos. Es importante adaptarlas al contexto específico de cada organización y rol evaluado.
Conclusión
La evaluación de 90 grados es una herramienta valiosa para el crecimiento profesional, especialmente cuando se busca una implementación sencilla y efectiva. Al centrarse en la perspectiva del supervisor inmediato, permite generar retroalimentación clara, directa y alineada con los objetivos del negocio. Su uso adecuado puede potenciar el desarrollo del talento, mejorar la comunicación y contribuir a una cultura organizacional basada en la mejora continua.
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